MANUEL
Manuel es para mí un
paciente recordado gratamente, con su
andar orgulloso y serio, su hablar calmado
y sus acertadas visiones de la vida supo darle a cada encuentro un toque
de alegría entre tanto dolor causado por esta enfermedad invalidante que es la
Diabetes Mellitus.
Nuestras conversaciones reunían
un sinfín de miradas desde la propia y particular hasta las más diversas
posturas de grandes personalidades. Un hombre culto con mucha experiencia de
vida, sus conclusiones eran por lo tanto
cercanas y acertadas. Algunas con un punto de vista irónico y suavemente mordaz
colocaban el humor especial en los días más difíciles.
Manuel uno de mis cientos de
pacientes controlados por su patología diabética, ordenado y fiel cumplidor de
las indicaciones médicas y de enfermería, la vida lo fue golpeando lenta y
suavemente, extrayendo hasta el cansancio su tesón y perseverancia. Colocando a
prueba su paciencia. No puedo decir porque, soy incapaz de responder ante esos
enigmas, el fondo del corazón lo conoce solo uno mismo, aunque en oportunidades
ni de eso estoy segura.
Difícil pero desde joven con esta
patología y llevada por años ha llegado a una edad de adulto mayor con una
serie de complicaciones que ha afrontado con entereza y valentía. Cualidades
que para mí lo hacen digno de admiración.
No por ello su vida se ha
apagado, todo lo contrario a sabido salir de cada batalla librada con
estoicismo y tremenda dignidad. Solo que me hace pensar en el pasado más allá
de la vida misma, en aquello que llamamos karma o dharma, en fin que de esas
culpas que cargan nuestros hombros y hacen de esta vida un caminar lleno de
peñascos por cruzar. Cuando joven su vida estuvo dedicada al deporte y en eso
era muy bueno, luego se casó y vinieron los hijos, ha sido un padre preocupado
y gentil. Su trabajo como muchos de sacrificios y entrega, fue interrumpido
paulatinamente por los cuadros cada vez más graves de las complicaciones de su
enfermedad.
Hoy en casa se dedica con alegría
a las actividades hogareñas, desde cultivar una planta, hasta confeccionar
muros y colocar cerámica, inventando una serie de posturas por las limitaciones
físicas que han ido quedando en su cuerpo, ello no es impedimento para abatirse
y quedar en una silla de ruedas. Él se levanta y trabaja con optimismo
confiando en que puede y nada acalla la energía interna de su mente y corazón.
Con el reí en muchas ocasiones
con esa salida sarcástica para el profesional médico que le dijo:
-si continua así le digo que en
un par de años va a morir..- y el contesto:
- yo sin haber estudiado todos
los años que Usted, le puedo decir que Usted, en unos años más también va a
morir!-
Esas salidas irruptivas sencillas
y geniales, me matan!. Qué manera de dejarnos enseñanzas a los profesionales.
Ser profesional de la Salud no es solo tener el título que obviamente lleva sus
años y esfuerzo, sino también tener la capacidad de llegar al otro y lo que es
mas de entender el punto de vista ajeno, para de ahí generar los cambios de
conducta. Si no cuando!
Manuel ahí debe estar en su
hogar, laborando, ingeniándosela para hacer lo uno y lo otro. Creando una serie
de cosas y haciendo reír a los suyos con su humor mordaz y combatiente,
personas, individuos como él y muchos más, lo agradezco infinitamente, gracias
a ellos fui construyendo mi vida profesional, aprendiendo de sus éxitos y
derrotas, sacando lecciones de sus luchas. Cada uno me aporto un granito de
arena en este crecimiento terrenal, y sé que fue mutuo y eso es lo que queda y
trasciende. En eso radica la esencia del trabajo y de que seas feliz. No es el
dinero que recibes a fin de mes, es lo que aprendes, lo que extraes a diario de
esta maravillosa interrelación.
Agradezco a Manuel y a los
cientos como el, sus vidas han llenado la mía, su esfuerzo ha sido mi
inspiración, su entrega mi ejemplo. Siempre lo digo en la humildad y sencillez
encontramos la máxima paz y alegría.
Con cariño para Manuel!
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